Hoy tenía un examen, para el que a penas me había dado tiempo de estudiar. Anoche, con un ojo pegado estaba intentando memorizar algo

Finalmente, creo que he conseguido salvar el examen y me he venido a casa con el tiempo justo de comer y salir pitando a ver a mis alumnos. Cuando llegué, vi sobre la mesa una carta de la compañía del teléfono móvil. La abrí inocentemente y ¡zasss!: un facturon de 80 euros... qué dolor! (Malditas hermanas!!!)
La comida me sentó regular después de esta mala noticia, pero no podía distraerme, que tenía el tiempo justo para salir a dar las clases. Me cepillé los dientes y bajé a toda prisa a coger mi querido coche para llegar a mi destino. Meto mi culo en el coche, coloco los bartulos en el asiento del copiloto, me pongo el cinturón, meto la llave y... ¡no arranca! No puede ser! Uno de mis vecinos (uno muy guapo, que nunca había hablado con él) ve mi cara de "¿yahoraquécoñohago?" y se ofrece a empujarme el coche con sus amigos (tres, para ser exactos). Dimos la vuelta a la manzana intentando que el coche arrancara y no hubo forma. Los chicos, muy amables, devoliveron el coche a su aparcamiento (vaya trabajito les costó) y yo llamé a mi alumna para decirle que no podría ir a su clase. A las demás clases he tenido que ir corriendo porque ¿qué mejor medio de locomoción que nuestras patitas? y he llegado a mi casa reventada. Me he vuelto a encontrar con mi vecino y me ha regalado una de esas sonrisas que tiran pa´tras... con la novia tan fea que tiene, madre xD
Y no sé si habrá sido la sonrisa del muchacho, el examen que me ha salido bien o si, simplementente, que tengo ganas de reirme hoy, que he rezado un réquiem por mi coche (de esta creo que no se salva) y me he puesto a escribir en el blog al ritmo de salsa antes de tomarme un baño relajante y ver alguna peli (espero que el sueño no me venza otra vez y pueda ver Crash, recomendación de Diego). A disfrutar que son dos días!