21 noviembre 2007

Ojos grises

Es miércoles, muy temprano. Me asomo a la ventana y todo está cubierto con esa capa gris que amenaza desde hace días con reventar y empaparlo todo. El suelo sigue con su disfraz de otoño, aunque ya empiezan a romperse los hilos marrones y amarillos y dejan ver lo gris del asfalto. Gris.
Me deshago de la mala gana, de lo agarrotado de mi espalda y dejo el último sueño en la almohada para salir camino hacia el autobús. En el camino sólo me cruzo con un par de obreros en la hora del descanso, mordisqueando un bocadillo gigante bajo el gris del cielo, con la ropa y la cara grises del trabajo. Más y más gris en el autobús, donde la gente parece no tener lengua, ni boca con la que hablar ni ojos con los que ver el mundo.
En el trabajo vuelvo a servirle la misma bebida y la misma comida a ese alto ejecutivo, con su traje gris y su stress gris que le hace olvidarse del cumpleaños de su hija y de la promesa a su mujer: un trío de gris desilusión.
Tras esto, 8 horas largas y grises, llenas de vasos, copas y botellas.
A la vuelta esperaba cruzarme con el señor que siempre lleva un clavel rojo en la solapa y una sonrisa blanca y deslumbrante, que rompe el gris habitual con su saludo al conductor, pero no fue así. Pensé que quizá hubiera perdido el autobús, pero puede ser que hoy haya pasado desapercibido para mí: el espejo me revela que tengo los ojos grises.

6 comentarios:

la cónica dijo...

Ya se sabe que el mundo es del color del cristal con que se mira. A veces tiene su encanto, verlo en la gama de grises del blanco y negro. O en los colores neutros del invierno. Pero no esperes hasta la primavera para llenarlo todo de color.

Always look at the bright side of life.. oh oh.

Svor dijo...

Los ojos grises conducen al alma que gris, intenteta formas de energias sin tenerla.
Que los ojos recuperen su color es igual que el alma imprima en RGB.

Craso dijo...

Te entiendo. Durante un viaje a Suecia eché tanto de menos la claridad, el sol y la luz de Sevilla que ya de vuelta, en Barajas, me quedé embobado mirando por una cristalera. Bueno, yo soy de los que piensa que toda ciudad tiene su encanto, que lo vomitan a raudales. Míralo como un escenario, como un cuadro. Pero que no te contagie!!! Saluditos

Craso dijo...

Te entiendo. Durante un viaje a Suecia eché tanto de menos la claridad, el sol y la luz de Sevilla que ya de vuelta, en Barajas, me quedé embobado mirando por una cristalera. Bueno, yo soy de los que piensa que toda ciudad tiene su encanto, que lo vomitan a raudales. Míralo como un escenario, como un cuadro. Pero que no te contagie!!! Saluditos

Anónimo dijo...

¿Y tu color favorito es?

Bea dijo...

La Conica, no siempre se puede ver el bright side of life, pero se intenta. En los momentos intermedios, está el gris. Besos a lo Monty Piton

Svor, aun no llega a ser gris el alma, pero si me quedo mucho tiempo más en este sitio, puede que empiece a teñirse. Besos

Craso, me alegra que me entiendas... por supuesto que todo lugar tiene su encanto, este también, pero hay días en los que es difícil encontrarselo. Besos, a 21 días de volver

Pejooe mis colores favoritos son el verde, marrón y azul eléctrico. Poco que ver con el gris! Gracias por la visita!