Hoy hace justo dos semanas que llegué a este recóndito lugar, corazón de Inglaterra. El tiempo parece pasar más despacio aquí que en cualquier parte en la que haya estado, pero me gusta pasear por los parques y las calles de este corazoncito, todas llenas de un manto húmedo de otoño, con sus lagos y estanques repletos de patos y demás aves extrañas. Ya he encontrado a mis dos aves favoritas: limoncito y pluma gay. El primero porque tiene el pico d

e arriba más corto que el de abajo y tiene una expresión como de comer limones y el segundo porque tiene una pluma-pelusa en la cabeza que le da un aspecto peculiar (en la foto). Todas las mañanas me saludan con su peculiar graznido que parece una carcajada mientras camino en dirección al curso de inglés. No tengo ni idea qué tipo de aves son, pero me han gustado.
Como habréis deducido, si he tenido tiempo de fijarme en los patos es que hay poco que hacer en Lichfield.

Pues habéis pensado bien. Sólo hay un par de baretos para salir los fines de semana y después de los espectáculos que vi anoche (cierran a las dos de la mañana porque yo creo que si cerrasen más tarde los hospitales del país entero no tendrían para atender heridas de peleas y comas etílicos), creo que me reservaré para salir en mi nuevo destino (la semana que viene estaré en otra ciudad, que todavía es sorpresa, gracias a la ineptitud de nuestra coordinadora aquí).
Eso sí, también he tenido tiempo de fijarme en la fauna humana de este pueblecito. Con todo mi cariño a todos ellos, porque me están amenizando la estancia aquí, paso a enumerarlos.
Por un lado, tenemos al
hijo de Espinete y Marianico El Corto (tiene los pelos como espinete y es unicejo, muy llamativo) que se llevó toda la noche intentando que una de las chicas del grupo le hiciera caso; por otro tenemos al
Playmobil (me encantaría tener una foto para que vieran los pelos y la cabeza de ese ser humano, porque era muy fuerte); por otro tenemos al
Chocolateado, que es el camarero de The Gate House. Este sitio lo frecuentamos más que nuestras propias casas y se puede tanto salir por la noche como desayunar, almorzar, tomarse algo

por las tardes... Normalmente todo el mundo toma chocolate caliente, aunque la foto no es chocolate, sino los té, que es lo que a mi me gusta. Chocolateado es el que nos sirve por las tardes y el mismo al que encontramos de marcha en su lugar de trabajo por las noches... ya digo que en Lichfield hay poco que hacer porque yo no saldría de fiesta en el mismo sitio en el que trabajase; por otro lado también tenemos al
Café con leche, un chico mulato que intenta desesperadamente ligar con una de nosotras y al que nunca le hacemos caso porque viene siempre con algún exceso de alguna sustancia estimulante del sistema nervioso (queremos pensar que es cafeína, de ahí parte de su nombre); y por último está el
turco wenorro del Kebab House, que siempre nos sonríe y nos saluda a todas desde su tienda, que está al lado de The Gate House, centro neurálgico de las aburridas españolas en Lichfield (sí, todas chicas, 11 para más señas).

No quiero desanimar a nadie con estas palabras si alguien tiene la intención de venir a Lichfield: el sitio es precioso, la catedral y las miles de iglesias que tiene son un atractivo fuerte también, la casa del chocolate y los edificios son preciosos... y si tienen dinerito, merece la pena cenar en alguno de los restaurantes que hay en el centro (preciosos, súper acogedores y súper románticos...). Eso sí, no recomiendo quedarse dos semanas, con dos días hay más que suficiente.
En el próximo post contaré mi excitante fin de semana en Londres (qué estr

ess de repente ver a tantísimas personas al salir de Lichfield) y la mini visita a Birmingham que está aquí al ladito.
Besos otoñales desde el corazón de Inglaterra (parezco Anne Igartiburu.... :P)